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MARIA MONTESSORI
La educación natural y el medio.
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Dimitrios Yaglis
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México: Trillas, 1989 (reimpresión 2001)
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Síntesis
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La obra de María Montessori despertó
opiniones contrastantes y divergentes. Por un lado, su material tuvo gran
éxito y se difundió rápidamente por todo el mundo; por otro, su pensamiento
fue objeto de diversas críticas debido al dogmatismo de sus afirmaciones y a
la debilidad de su construcción teórica, sobre todo la de su psicología. Este
recibimiento ambivalente al pensamiento y a la obra de Montessori, así como
la diversidad de interpretaciones que han despertado, justifican el estudio
metódico y profundo sobre lo que realiza el autor de este volumen 4 de la
serie GRANDES EDUCADORES. El autor analiza los alcances y las limitaciones
del material heredado por Montessori y descubre las aportaciones originales
tanto de su teoría como de su método educativo.
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El objetivo central del volumen es el de
comprender la génesis de los principios que fundamentan el método Montessori
y de determinar su utilidad a la luz de los trabajos de la pedagogía y
psicología modernas. Para ello, Yaglis responde a las principales dudas que
despierta la obra montessoriana: cuáles son sus orígenes, cuál ha sido la
influencia de sus precursores, en qué es original, cuáles son los principios
fundamentales y cuáles son en la actualidad, el valor y las posibilidades de
aplicación de este método de enseñanza.
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Para comprender las aportaciones, la
validez y los límites del pensamiento y la obra de María Montessori es
indispensable estudiarla en su totalidad. Este volumen es una oportunidad
para pedagogos, psicólogos y educadores de fundamentar cualquier opinión
sobre este controvertido método de enseñanza y sus posibilidades actuales de
aplicación.
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Tabla resumen
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Breve biografía
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Aunque sus padres deseaban para ella la
carrera de maestra (la única abierta a las mujeres), ella había decidido ser
médico. Tuvo que enfrentar muchas dificultades de tipo económico y social a
lo largo de sus estudios, no obstante en 1896, a sus 26 años se convierte en
la primera mujer de Italia que obtiene el certificado de médico. Es en la
clínica psiquiátrica de Roma, a la que ingresa como asistente, donde empieza
a interesarse en los niños retrasados, a los que en esa época se trataba como
a enfermos mentales.
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Y en el congreso pedagógico celebrado en
1898, ella interviene a propósito de la educación de estos niños y dice:
"Intuí que el problema de sus deficiencias era menos de orden médico que
pedagógico..." a partir de entonces encamina sus esfuerzos y se
desarrolla en esta área. Fue a Lourdes y a París para estudiar los métodos
extranjeros De regreso en Roma, elaboró un método fundamentado en los
principios de Tirad y Seguin, que dio resultados positivos al aplicarse a los
niños anormales, llegando incluso a permitirles aprobar los mismos exámenes
que los normales, hecho que la llevó a transferir su trabajo a los niños
normales. Abandona la enseñanza para consagrarse al estudio y a la
investigación, época en la que le confían la responsabilidad de la vida de
los niños en los inmuebles de L'Instituto Romano, para quienes funda "La
Casa de los niños" que serviría de modelo a numerosas escuelas en el
mundo entero.
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En esta escuela, lugar social y
pedagógico, puso a prueba su método pues en ella pretendía lograr dos metas:
una social y la otra pedagógica. En esta época resultaba realmente
revolucionario asociar, en la educación infantil, dichos aspectos. Así mismo,
la publicación de su obra sobre el método de la pedagogía científica aplicada
a la educación de los niños tuvo grandes repercusiones. A partir de esta
publicación intensificó sus actividades. En E.U.A. fundó un colegio para
maestros; en España creó un seminario de pedagogía donde experimentó la
aplicación de sus principios educativos en la educación religiosa.
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Se estableció en Holanda, cuando el gobierno
fascista la expulsó, lo que convirtió a Ámsterdam, en la sede de la
Asociación Montessoriana Internacional. Cuando la Segunda Guerra Mundial, se
va a las Indias. Finalmente, muere en Holanda en 1952.
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Los encuentros y relaciones
que más influyeron
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La conducción científica de las
observaciones de Tirad, le permitió elaborar un método con fundamentos
fisiológicos que constituyó una verdadera "pedagogía científica",
según M. Montessori, cuyo enfoque y resultados la sedujeron e hicieron que reencontrara
sus propios descubrimientos. El médico Seguin, que era también educador,
estableció que la diferencia esencial entre la educación de los niños
retrasados y normales no se encuentra en el objetivo, sino en el método. Su
profundo amor a los niños y su sentido pedagógico lo convirtieron en uno de
los primeros educadores del s. XIX.
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Sin duda M. Montessori es quien sigue más
de cerca a Seguin, ella lo reconoció como su maestro y realizó el principal
estudio sobre él con el fin de evaluar el sentido de cada palabra y leer
también "el espíritu mismo del autor". Su método, elaborado para
los niños normales, conserva un gran número de los principios de Seguin con
el que no obstante, guarda sus diferencias. Se puede decir que sus relaciones
con Tirad y Seguin, se sitúan, con el primero, en la línea científica, y con
el segundo, en la de los grandes principios educativos.
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Corrientes filosóficas de la
época
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La inteligencia es para Montessori el
conjunto de actividades reflejas, asociativas y reproductoras que permiten al
espíritu desarrollarse por sus relaciones con el mundo exterior. De modo que
el medio escolar, condicionaría en cierta medida, este desarrollo
intelectual, de ahí su preocupación por el "ambiente" en el que el
niño evoluciona: de él recibe sensaciones e impresiones, placeres, dolores
físicos y psicológicos.
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De ahí que insista en la necesidad de
educar los sentidos, para lo cual se acercó a la doctrina sensualista
y a sus filósofos más representativos: Locke y Condillac, para quienes el
conocimiento se fundamenta en la información sensorial. No obstante, para
ella, el proceso del conocimiento depende de dos fuerzas indispensables:
"la exterior que toca y la interior que dice: yo abro la puerta".
Es decir, la actividad espiritual tiene la primacía, pues sin ella, los
sentidos se volverían inútiles. Y consiguió fundar una educación que se basa
en respetar las leyes fisiológicas y biológicas del desarrollo. De acuerdo
con el naturalismo, consideró que todo pequeño, hasta los seis años,
no distingue el "bien del mal" y que ni el ejemplo ni las
restricciones pueden influir positivamente en la moralidad infantil, por lo
que buscó formar las bases del carácter, mediante el contacto con la
naturaleza.
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Así, el paso de la vida sensorial
infantil a la vida social e intelectual se haría, en parte, gracias a la obra
educativa de la misma naturaleza. Obviamente no se puede considerar, la
educación montessoriana, como exclusivamente naturalista, puesto que también
comprende una tendencia espiritual. Con Rousseau mantuvo sus diferencias así
como algunas coincidencias.
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Del idealismo, conserva ciertos
elementos, se acercó al idealismo o neoidealismo italiano, corrientes
representadas por los discípulos de Hegel; de hecho sus obras se encuentran
marcadas por el idealismo, pero lo que da un tinte fuertemente idealista a su
pensamiento, es la expresión de un cierto número de conceptos en este
sentido. Sus concepciones idealistas presuponen una fe en lo divino y en lo
trascendente. No obstante, otro de sus intérpretes notables (G. Broccolini)
estima que no se le puede tachar de idealista aunque su obra comprenda
algunos conceptos "paraidealistas", como la eliminación de los
castigos y las recompensas, la educabilidad del hombre, etc. Hace referencia
a un concepto montessoriano antiidealista sobre el caos de la conciencia
infantil
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De la noción de la "Escuela
activa". M. Montessori formó parte de sus ilustres promotores, sin que
esto implicara que se encontrara en el centro de la Nueva Educación. Attisani
y Hubert, afirman que proporcionó a este movimiento más elementos de los que
ella recibió, por lo que puede catalogarse entre sus promotores. Entre ella y
Decroly, se descubren caminos extrañamente paralelos: ambos pedagogos,
estudiantes de medicina, consagrados durante varios años a los niños
anormales; los dos herederos del positivismo, ambos comprendieron que a esta
concepción le faltaba una dimensión espiritual; los dos también comenzaron su
obra educativa sin apoyarse en principios preestablecidos. Tales similitudes
no excluyen las diferencias en las que se traduce la originalidad de cada
método, además de la metodología utilizada para enseñar al niño a conocer, la
divergencia mayor entre los dos se relaciona con su evolución respectiva:
materialista uno y más apegada al idealismo y espiritualismo, la otra.
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Montessori se sitúa en seguida de su
predecesor Froebel en la línea de la educación, según la naturaleza y la
libertad, aparentemente las dos pedagogías persiguen el mismo objetivo, no
obstante dicha apariencia deja suscitar algunas dudas. Los dos poseen la
preocupación de proporcionar, desde la primera educación, un lugar a la
naturaleza; parten del mismo principio de autonomía en la actividad; adoptan
la misma actitud de amor y respeto hacia el niño. Las dos pedagogías
comprenden ejercicios relativos al cuerpo y a los sentidos... pero su punto
coincidente por excelencia es el idealismo. Consideraron al niño como ser
espiritual y confiaron en su naturaleza divina, cuestión que condujo a cada
uno por caminos diferentes de acuerdo a su personal concepción. Otra
diferencia se refiere al papel del juego, cada uno mantiene su propia teoría
al respecto. Y una diferencia más se refiere a la actitud del educador. Para
Froebel, éste simplemente debe estimular las habilidades del niño. La actitud
de los niños en las clases es sintomática: tienen los ojos fijos en la
maestra como si resintieran su presencia en forma opresiva. En las escuelas
montessorianas -en cambio- la práctica educativa mantiene más afinidad con la
teoría, y el principio de la autoeducación encuentra una mejor aplicación. La
maestra es tranquila y paciente. Se puede decir que el punto original se
ubica precisamente aquí: la institutriz froebeliana interviene en las
actividades de sus alumnos para controlarlas y dirigirlas, provocando una
contradicción en el seno del sistema educativo dadas las exigencias teóricas
de libertad en el crecimiento y desarrollo del niño. Mientras que Montessori
se interesa más por la educación moral del niño, por lo que, permitía la
intervención discreta de la maestra.
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Se puede decir que navegó a merced de
diferentes corrientes psicológicas: tradicionales y modernas, fue así como se
encontró con el psicoanálisis y la teoría de Freud. Reconoció las
aportaciones de la teoría psicoanalítica que constituyó uno de los hallazgos
más impresionantes. Montessori constató que estas teorías explicaban en parte
las enfermedades mentales, por lo que consideró que éste le permitiría
aclarar, sin trastornarlas, sus propias observaciones y teorías psicológicas
y pedagógicas. En su obra, El niño: tanto el vocabulario, como su
argumentación, poseen un tono claramente analítico, que los maestros deberían
conocer por las repercusiones que -concretamente- las defensas, tienen en el
trabajo escolar. A otros puntos de la teoría, da poca importancia. Más aún,
la teoría psicoanalítica que se elaboró a partir de enfermos y de
padecimientos mentales y no se interesaba, al menos en sus comienzos, por el
"psicológicamente sano", choca con el niño "montessoriano"
que es, o pronto se convierte en un niño "normalizado". Otro punto
en el que difieren es en la "desviación" montessoriana con la
noción freudiana de neurosis. Hay divergencia también entre las terapias
analítica y la montessoriana por la importancia que se da a los obstáculos y
traumas. Sin embargo, estos dos niveles de investigación se complementan sin
contradecirse. Freud subrayó los determinismos inconscientes, Montessori, la
actividad consciente. Finalmente, el idealismo, que marcó fuertemente el pensamiento
montessoriano, no aparece en la teoría psicoanalítica.
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Sus principios educativos
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Los ejercicios sensoriales en
la educación intelectual
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Esta pedagogía se ha apegado mucho al clima
debido a que en él fundamenta toda su construcción pedagógica. Ve que los
medios familiar y escolar están estrechamente relacionados con el desarrollo
del niño y que al proporcionarle, por un lado, cierta libertad, se eliminará
la causa de numerosas "desviaciones" y, por otro, el material
necesario, ordenado y organizado (de acuerdo a la edad, necesidades,
posibilidades...) para la formación de su espíritu, el ambiente educativo
constituirá un poderoso factor de equilibrio. Cada objeto del material debe
permitir el aislamiento de una cualidad única y el ejercicio de un solo
sentido. De ahí que el conjunto de materiales educativos sea de gran
capacidad formadora para que el niño adquiera, desde el principio, nociones
elementales de tamaño, forma, color; después comparación, clasificación,
orden, que adquiere progresivamente. Por lo que el material educativo,
constituye verdaderamente la base del sistema montessoriano.
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La educación liberadora
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El conflicto entre el adulto y el niño
constituye el problema medular para M. Montessori; debido a la actitud
liberal o autoritaria, el adulto desempeña un papel primordial en la
educación, razón por la que María Montessori propone el problema de la
libertad como principal noción de su sistema, en el que exhorta a los padres
y a los educadores a no encerrar al niño en una "prisión", con el
pretexto de protegerlo porque es pequeño y débil; la sobreprotección asfixia
la energía vital. Rechaza totalmente la autoridad y protección adultas,
propone una intervención discreta de la maestra y considera que la libertad y
la espontaneidad existen dentro de ciertos límites. Para Montessori, las
nociones de disciplina y de orden están ligadas a la libertad y espontaneidad
que no constituyen elementos opuestos, por el contrario, se complementan,
pero para muchos pedagogos, la amplitud de esta concepción de libertad y
educación, ha creado una cierta confusión. Ahora bien, por un lado, en este
método liberador la guía no es el maestro, sino las fuerzas interiores que se
expresan, pero por el otro, cree que esta libertad está ligada a las cualidades
de la maestra, que deberá crear el clima que permita la expansión de las
capacidades naturales. La intervención del adulto no prende resolver todos
los problemas del niño, sino conducirlo a la independencia, desde la primera
infancia. Para el caso de la disciplina y la libertad, ella afirma que el
niño actúa primero en forma instintiva, después consciente y voluntariamente
y advierte que las actividades libres mediante las que se desarrolla el
espíritu de disciplina son, en su origen, inconscientes y espontáneas. El
niño podría sufrir "desviaciones" por la insistencia de una actitud
autoritaria de parte del adulto. El orden es el resultado de la disciplina y
éste es buscado por el niño en los elementos exteriores para liberar su
actividad creadora. De esta forma el niño rechaza la anarquía, lo mismo que
exige el orden y para responder a esta aspiración, la autoridad protectora
del adulto es indispensable, autoridad que no debe intervenir mientras el
niño esté trabajando concentrada y creativamente, sólo debe convertirse en la
"guardiana y protectora del medio", presentar el material y mostrar
cómo se utiliza, tendiendo a que su intervención sea cada vez más discreta.
La autoridad del adulto interviene también en el dominio de la educación
moral: las palabras, los actos, la conducta, toda la personalidad del adulto
posee una gran influencia educativa en la formación del carácter. En toda
esta intervención cuidadosa o discreta del maestro, como ella la llama, no se
trata de eliminarlo, sino de transformar su función. En este modelo, la
libertad interior no se da, se construye y se hace, se adquiere en la vida.
De ahí la importancia del contacto del individuo con el mundo exterior.
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Individualización y
socialización
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El trabajo individual que corresponde a
las posibilidades y a los intereses del sujeto, constituiría un medio
educativo eficaz para ayudarle a conocer sus cualidades y facultades
personales. Insiste en que hay que tener en cuenta que cada inteligencia
evoluciona de manera y de acuerdo con un ritmo particular por lo que las
etapas del desarrollo no se encuentran en el mismo punto en todos los niños
de una misma edad. El sistema educativo de M. Montessori elimina las
lecciones colectivas en beneficio de las individuales, que son voluntarias,
breves, simples y adaptables a cada caso. De esta manera convierte, el
principio de la individualización en la enseñanza, en uno de los fundamentos
de su pedagogía. Para M. Montessori, algunas virtudes sociales como la ayuda
mutua, la cooperación... suponen, desde el principio una preparación interior
imposible de lograr si no es a través de ejercicios efectuados en forma
individual, después de lo cual, el niño es perfectamente sociable, es decir,
el resultado de la concentración se muestra en el despertar del sentido
social. Con el mismo fin de desarrollar el sentido social, la educación
montessoriana también recurre a juegos colectivos como el de la "lección
de silencio" que implica el cumplimiento de reglas y sufrir algunos
sacrificios individuales frente a un grupo. Emplea una serie de trabajos que
se realizan en común: explorar, poner la mesa, cultivar plantas, cuidar
animales... Al movimiento se le considera educativo, de esta manera se
convierte en una terapia que ayuda a curar, y consiguientemente, a socializar
a algunos tipos de niños frágiles: impulsivos, inhibidos...
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El sentido moral y religioso
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Según Montessori, los niños no son ni se
vuelven morales al aprenderse de memoria el código y los usos, propone que es
mejor que el niño practique la moral y la viva; siendo la Bondad un atributo
de Dios-Creador, al ejercerla, el niño se volverá bueno. No se trata de
enseñar los valores; el niño, ubicado en condiciones favorables, manifestará
por sí mismo su tendencia a crecer moralmente. Pero el maestro, juega en toda
esta formación, un papel muy importante: su amor y su presencia, han de
suscitar en el niño una respuesta profunda, su amor hacia el educador le
permitirá descubrir y desarrollar una serie de virtudes. En cuanto a la
educación religiosa, Montessori, profundamente creyente, no se preocupó del
origen ni de la naturaleza del sentido religioso, sino que tomó una posición
clara sobre el problema de la presencia o ausencia de dicho sentido religioso
en los niños. Constató que éstos tienen avidez de realidad religiosa:
"su alma pura se encuentra abierta a la luz divina". Y convencida
de que el niño muy pequeño, podría ser sensible a los misterios de la
religión, se interesó activamente por la educación religiosa. Estimó que la
liturgia y la práctica del culto eran más eficaces que el catecismo, para
formar la conciencia religiosa, pues según ella, el niño es más apto para
vivir la religión que para conocerla. Por último, debe quedar claro que,
algunos principios montessorianos, que se pueden llamar prereligiosos,
permiten cultivar el sentido religioso de los niños, de cualquier creencia.
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El trabajo y la imaginación
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Más que de juguetes y juegos de
imaginación, M. Montessori habló de "trabajo", el contacto con la
realidad, la actividad constructora; concibe el juego como un factor para el
desenvolvimiento de los sentidos y de las facultades intelectuales. Existe un
vínculo muy estrecho entre el juego y el trabajo. Admitió el papel de la
imaginación en la instrucción de los niños de siete a doce años, convencida
de que ésta constituye la fuerza más grande de esta edad. Sin embargo eliminó
de su sistema (para niños de la escuela maternal) las fábulas, las historias
imaginarias, los centros de interés que atraen a la credulidad y a la
fantasía e insistió en que ciertos juguetes de papel simbólico no favorecen
al desarrollo normal. Concibió el simbolismo como el resultado de una
imaginación desenfrenada que puede conducir a la confusión mental y propiciar
ilusiones en el espíritu infantil. Pero si el niño enriquece sus
conocimientos a partir de experiencias surgidas de la realidad, dejará de
imaginarse cosas que no puede obtener. Por tanto, la imaginación creadora
debe partir de lo real, así el espíritu infantil reconstruirá un mundo
correspondiente a la realidad. Montessori no se opuso al hecho de que el
desarrollo de la imaginación sea favorable, únicamente no admitió que el
método utilizado pretenda que el niño viva un mundo ficticio, desvinculado
del mundo real. En relación al trabajo y al juego, afirma que no es posible
que el juego libre y desorganizado constituya el fundamento de una educación
intelectual y plantea la efectividad del trabajo infantil en contacto con la
realidad, lo que permitirá al niño desarrollar su inteligencia y partir de bases
sólidas y concretas porque la actividad del niño se organiza y su interés se
despierta con un material elaborado científicamente y presentado de manera
sistemática. Por tanto, el juego representa una actividad sin objetivo, el
trabajo, a su vez, el medio por el cual el adulto crea la
"supernaturaleza" y el niño desarrolla su personalidad. (Si se
desea profundizar acerca de la forma particular del trabajo infantil,
consultar esta misma obra p. 74 a 76).
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Los periodos sensibles
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Montessori basó su pedagogía sobre un
principio psicológico fundamental: el desarrollo del niño no se logra de
manera lineal y regular, sino por etapas, a través de las cuales el niño
revela una sensibilidad particular, desarrolla con más facilidad algunas
aptitudes y se interesa más intensamente en algún ejercicio o determinado
objeto. Cada uno de estos períodos, una vez desarrollada la sensibilidad,
cesan, para que, con rapidez, otra fuente de interés la reemplace. Y como
éstos no coinciden, durante el crecimiento, en todos los sujetos, el educador
tendrá que estar atento al comportamiento de cada niño para distinguir esos
periodos y responder a sus necesidades. Así descubrió que desde el nacimiento
hasta los tres años, el espíritu infantil es "absorbente" y busca
experiencias sensoriales. Del año y medio a los cuatro, aparecen la
coordinación y el desenvolvimiento de los músculos. De los dos a los cuatro,
surge el interés por la verdad y por descubrir la realidad; durante el mismo
periodo, la actividad motora se perfecciona y comienza a entender las
nociones de tiempo y espacio. De los tres años y medio a los cuatro y medio,
es el periodo favorable para la escritura. Y de los cuatro y medio a los
cinco y medio, es el momento para enseñarle a leer. Otros periodos que
encontró con interés especial para el educador son los siguientes: entre el
año y medio y los tres años suele afirmarse que se desarrolla la adquisición
del lenguaje hablado. Al iniciarse el segundo año aparece el periodo sensible
al orden con duración aproximada de dos años. De los dos a los seis años y
medio presenta posibilidades de perfeccionar los sentidos y el espíritu; de
establecer relaciones con el mundo de los objetos exteriores... Por último de
los tres a los seis, sensible a las sugerencias del adulto, periodo favorable
para el aprendizaje de las "buenas maneras". Todo este
descubrimiento es de suma importancia para el educador que no debe pretender
recuperar un periodo sensible ya pasado o hacerlo llegar antes de tiempo. De
ahí que los periodos sensibles deben convertirse en objeto de estudio y ser
muy bien conocidos por cada educador.
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La educación en la paz y por
la paz
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La paz, además de un problema vital, es
también una obra de la educación. Es en este sentido que M. Montessori dice
que la adquisición de la paz debe convertirse en objeto de una ciencia: la de
la educación y formación del hombre, que implica una situación y una
adquisición espiritual. Si la guerra y los conflictos son la consecuencia y
la manifestación exterior de un desacuerdo interior de los espíritus, habrá
que comenzar por formarlos y educarlos; para ellos propuso, además de
consideraciones teóricas, principios y métodos de educación que encaminarían
al individuo y a toda la humanidad al establecimiento de la paz. La verdadera
paz es un estado interior del alma y, como tal, exige una educación
particular. Y es en la infancia cuando existe mayor sensibilidad para esta
educación, pues el carácter no se alerta por la influencia de la sociedad.
Una sociedad en busca de la paz no somete al individuo, lo libera; no lo
reduce, lo eleva. Este es el principio que M. Montessori aplica al crear, de
la manera más feliz, las relaciones entre hombres libres e iguales. Buscó
este objetivo al suprimir los castigos humillantes, en articular los golpes,
que van en contra de la dignidad humana; dice que la estricta obediencia a un
adulto severo equivale a la esclavitud y debe sustituirse por una disciplina
natural y un trabajo libre y espontáneo y que la emulación niega la
socialización del individuo y su armoniosa colaboración. Para sublimar la
agresividad alienta actividades animadas y constructivas. Y puesto que la
agresividad se relaciona con el instinto de posesión, una orientación
equilibrada lo reemplazaría por el amor y el altruismo.
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Aplicación del método montessoriano
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De la escuela maternal al
liceo
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Con todo y que los principios educativos
se fundamentan en la evolución de la psicología del niño, de tal modo que
aquellos que se aplican a la segunda infancia no podrían trasponerse posteriormente,
Montessori no dudó en hablar de la universalidad del método, de su aceptación
para las distintas edades. En su obra Formazione dell'uomo, explica cómo lo
entiende. El espíritu de esta pedagogía debe entenderse como un principio
educativo general que sobrepasando la psicología -que se limita a una edad
precisa- se puede aplicar a todos los grados de la educación, lo cual no
oculta contradicciones internas como lo demuestran algunas escuelas
secundarias montessorianas, en especial en Italia y Holanda. En fin, los
puntos esenciales de esta aplicación, se retoman de la pedagogía básica de
los niños pequeños: libertad educativa, la adaptación social, la utilización
de un material que se adapte a la enseñanza, la presencia de cierta
autoridad, el trabajo... No obstante, Montessori no hizo estudios ni
experiencias sistemáticas en la enseñanza secundaria. En definitiva, con
excepción de casos aislados (como el de Holanda, donde funcionan numerosas
escuelas secundarias montessorianas), las tentativas hechas en otros países
fracasaron. No obstante, los principios de la libertad educativa, tal como
Montessori los formuló, no son ajenos a las tendencias actuales de la
enseñanza secundaria: se puede citar en Francia las materias optativas, en
Italia, la adaptación del ritmo de estudio al desarrollo del estudiante y en
Estados Unidos donde las ideas de Montessori siguen pendientes.
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Los puntos fuertes de la
pedagogía montessoriana y la escuela maternal moderna
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Si tales principios influyeron poco en la
enseñanza secundaria, otra cosa sucedió en la primaria y sobre todo, en la
escuela maternal. Con relación a las leyes del desarrollo y el ambiente,
Montessori explicó, por ejemplo, que la desobediencia es inherente a la falta
de una actividad libre y espontánea, el capricho, la expresión exterior de
necesidades insatisfechas. De ahí que el responsable de la desobediencia sea
el adulto que no sabe o no desea satisfacer las necesidades del niño. Entre
las innumerables necesidades que se manifiestan en la evolución infantil,
para la psicología actual, la educación debe satisfacer desde el principio,
las tres fundamentales: de afecto, de seguridad y de actividad, ésta sin
pertenecer a algún periodo, se presentan durante toda la infancia. Montessori
subrayó la obligación de satisfacer la necesidad de seguridad y la de
actividad. En cuanto al paso de la Escuela Maternal a la Elemental, las
investigaciones más importantes -realizadas en los Estados Unidos-
demostraron que el valor educativo de la escuela maternal resulta limitado si
se cambia de fundamentos, de dirección y de objetivos en la escuela
elemental. El objetivo del juego educativo no se centra en la ocupación del
niño a toda costa. Debe despertar la curiosidad, la imaginación, la capacidad
gestual y, sobre todo, llevarlo por el buen camino; ahora bien, aunque
sufrieran alguna modificación, aquello que debe conservarse es el principio
de los juegos sencillos, sólidos y adaptados al niño. Montessori rechazaría
los juegos contemporáneos frágiles, sofisticados y caros. Finalmente, el
principio de la enseñanza individualizada, la aplicación exitosa de este
principio influyó en las investigaciones psicológicas actuales. Para ella la
educación debía adaptarse a las distintas etapas de la evolución: más
sensorial en la primera infancia, más moral en la edad de la razón, más
afectiva con el adolescente, de esta manera la pedagogía montessoriana se
atiene a las diversas etapas del desarrollo. A pesar de ser positivas, las
aportaciones de M. Montessori, presentan algunos puntos débiles que no
resistieron al paso del tiempo y que serían inaplicables en la actualidad.
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La obra montessoriana y sus
límites
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La obra montessoriana, como toda otra
tiene sus puntos fuertes y débiles, sus éxitos y sus fracasos. Entre sus
límites tenemos la pobreza de sus tesis acerca de la noción de interés,
lo cual ha sido fundamental para muchos educadores como Decroly, Clapàrede,
Dewey. Sólo habla de periodos sensibles. Otra laguna es que no trató la
crisis de personalidad que se presenta de los tres a los siete años (del
"yo" y de lo "mío"). Soslayó el estudio profundo de las
nociones de disputa, imitación, curiosidad e inconstancia. Por la forma como
concibe la naturaleza infantil, se vislumbran los dos límites entre los que se
desarrolló su pensamiento psicológico: por un lado predomina la filosofía de
la metafísica y, por el otro, la pedagogía práctica. Y convierte la noción de
concentración en una actividad ligada con la realidad, en un concepto central
de su pedagogía, con ello la convierte en un límite. Ahora bien, a pesar de
haber recibido la influencia de diversas corrientes, no modificó sus
principios educativos. A ella se le considera una educadora dinámica,
autoritaria y ambiciosa, no era fácil para una educadora orgullosa de su
método, conocida en todo el mundo de la educación, querer modificarlo en
puntos ciertamente controvertibles, pero que constituían sus principios
específicos y esenciales. Jamás pareció vacilar ante las tesis opuestas,
siempre pareció satisfecha de los resultados sorprendentes de su método. Para
concluir, tomado en su totalidad, el método Montessori puede suscitar
reservas, pero esto no impide que los principios directores y el espíritu de
su pedagogía conserven todo su valor.
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HOLA CHIC@S !!! bienvenidos a nuestro blog donde de manera rápida y sencilla encontraremos la información necesaria para adelantar nuestro portafolio acerca de los pedagogos que a lo largo de la historia han hecho los aportes mas sobresalientes a la educación infantil.
domingo, 13 de octubre de 2013
MARÍA MONTESSORI
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https://acristofaro.com/biografia-de-yip-man-infancia-logros-de-la-vida-y-cronologia/
ResponderEliminarEn un principio juegan solos, después lo hacen al lado de otros niños hasta que finalmente incluyen a los otros en su juego. El ambiente es un factor importante para el desarrollo del juego social, es decir, si el niño pasa mucho tiempo solo, tiene pocos o ningún hermano, ve mucha televisión o cuenta con juguetes más elaborados o complicados.