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JOHANN HEINRICH PESTALOZZI
La confianza en el ser humano.
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Georges Piaton
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México: Trillas, 1989 (reimpresión 1999)
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Síntesis
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Heinrich Pestalozzi (1746-1827) construyó
su obra a partir de esbozos y múltiples ensayos de lo que llamó una
"educación de la humanidad". Pestalozzi, abnegado maestros suizo,
discípulo de Rousseau, ha inspirado numerosas disertaciones y posturas
pedagógicas. Su obra ha sido una influencia indudable en los pedagogos
franceses que, como él, han deseado el mejoramiento del pueblo a través de la
educación.
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Quizá hoy algunas de las innovaciones
educativas de Pestalozzi puedan parecer simplistas comparadas con las nuevas
teorías pedagógicas; no obstante, el espíritu que inspira su método, lección
de la fe en la humanidad, sigue siendo vigente. A pesar de los indudables
progresos que la pedagogía ha tenido en el último siglo, las ideas que
fundamentan la teoría heredada por Pestalozzi son actuales y su figura será
siempre una presencia importante en el panorama de la pedagogía.
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Este libro de Georges Piaton, es un
intento por descubrir el pensamiento, la obra y el espíritu del método de
este notable teórico suizo, dotado de un profundo poder de análisis. Afirmar
que "la vida es la que educa y por consiguiente, el educador deberá
tratar de encontrar en su alrededor los temas de sus lecciones", es una
verdad que no tiene tiempo. Como esta frase suya, la figura de Pestalozzi ha
trascendido la historia.
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Tabla resumen
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Breve biografía
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Pestalozzi nació en la ciudad de
Chiavenna (Italia) en el año 1746. Era un escolar soñador y de comportamiento
desconcertante que fue la desesperación de sus maestros a quienes angustiaba
su porvenir. Abandonó sus estudios de teología y decidió dedicarse a la
"jurisprudencia", la única carrera que, a su juicio, le permitiría
actuar políticamente en bien de los humildes. Acusado de intenciones
subversivas, sospechoso de complots "revolucionarios" peligrosos
para el orden establecido, Pestalozzi comprendió que debía abandonar toda
esperanza de hacer una carrera pública. Ni pastor ni jurista: sólo le quedaba
convertirse en lo que harían de él su pasión por la justicia y su bondad.
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Para subsistir económicamente, una vez
comprometido con su esposa, optó por la agricultura en la que no le fue tan
bien por lo que -cuatro años después- renunció a los cultivos para entregarse
a la cría de ganado y convertirse en productor de leche y quesos. Al cabo de
tres años de esfuerzos encarnizados y desafortunados, debido a la aridez de
la tierra, tuvo que reconocer, de nuevo, su fracaso. Y en 1774 -tres años más
tarde- Pestalozzi decidió montar un taller de hilado de algodón en el que
empleo a niños pobres para que pudiesen tener la oportunidad de aprender un
oficio y recibir instrucción; a cambio de una subvención. Se comprometió a
enseñar a leer, escribir y calcular, a los niños recogidos en su casa, a iniciar
a los muchachos en las tareas agrícolas, a las niñas en las tareas domésticas
y en el cuidado del huerto familiar.
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Esta experiencia le permitió exponer sus
concepciones acerca de la educación. Sólo que económicamente, su empresa
resultó ser un fracaso cada vez más grande; cuestión que empeoró rápidamente.
La situación del instituto se deterioró, hasta el punto en que renunciaría a
él y así terminó la aventura, sólo le quedó el dolor.
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Luego de esta amarga experiencia, su
angustia era grande, su abandono total, su miseria inaudita. Los campesinos
del lugar lo rechazaban, sus hijos le gritaban cosas, mientras él caminaba
por los campos, sumido en su dolor, siempre desaliñado. Situación que superó,
gracias a Elizabeth Naff que, cuando murió su antiguo patrón, ofreció sus
servicios a Pestalozzi; era una mujer laboriosa, buena ama de casa que recreó
de tal manera el hogar, al grado de que la vida volvió a ser posible en él.
Treinta años más tarde Pestalozzi diría: "Sin ella, hace tiempo que ya
no viviría".
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Su obra
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A continuación describiremos las facetas
más relucientes de este autor que trasciende la historia. Dado que se dedicó
tanto a escribir como a educar, hemos elegido ambos ejes para dar una visión
general sobre sus principales ideas.
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El escritor
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La primera obra fue La velada de un
solitario que terminó hacia 1779. Se trata de una serie de reflexiones sobre
la moral, la religión y la educación. Fue Leonardo y Gertrudis (3ª obra) la
que haría célebre a Pestalozzi, la idea del libro era contar historias
edificantes, concebidas para el pueblo; fue un éxito indiscutible: todo el
mundo hablaba de él y la Sociedad económica de Berna le otorgó una recompensa
de treinta ducados y una medalla de oro con valor de otros veinte.
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Mientras tanto Pestalozzi había comenzado
una nueva obra: Cristóbal y Elsa, en la que revela la fidelidad a sus
principios: no había más educación verdadera que la familiar, mediante el
ejemplo y el trabajo en común, que ocupase, a la vez, a la mente, el corazón
y los dedos. Esta obra tenía un carácter excesivamente didáctico pero no fue
apreciada ni obtuvo los beneficios que de ella esperaba, pues su publicación
se redujo a cero. Pensó entonces en editar un periódico que le permitiera
obtener ingresos regulares y se lanzó solo a la empresa. En aquel periódico
semanal Pestalozzi proponía cuentos y ensayos, hablaba de moral, de política,
de derecho, de educación, explicaba cómo estaba educando a su hijo que
entonces tenía 12 años de edad.
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Por falta de dinero, después de un año,
suspendió la publicación y en 1783 aparecieron dos nuevos escritos y luego un
tercer volumen de Leonardo y Gertrudis, con un tono distinto, obra en la que
propone reformar la escuela y la iglesia. Y en el cuarto y último tomo
propone una nueva legislación capaz de transformar profundamente la sociedad,
establecer entre los hombres nuevas relaciones de justicia y amor, y dar a
todos la dicha y la paz. Pestalozzi defendió a los oprimidos, apoyando con
sus escritos la causa del pueblo.
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El maestro de escuela.
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A sus cincuenta años, decepcionado,
destruidos sus sueños y con sentimientos de inutilidad, gobernantes amigos
suyos, queriendo acudir en su ayuda, le ofrecieron algún puesto importante y
bien remunerado, que rechazó diciendo: "Quiero ser maestro de
escuela".
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En las recomendaciones que envío al
Consejo del Cuerpo Legislativo, propone los fundamentos de una "reforma
completa y sistemática de todas las instituciones de enseñanza",
sostiene que no hay más enseñanza auténtica ni más educación verdadera que la
democrática. La situación de las escuelas era deprimente, él aspiraba a
mejorarla radicalmente, muy en particular las escuelas rurales que se
encontraban en estado lamentable. Cuando fue nombrado Director del orfanato
de Stanz, encontró una forma de ver realizados sus sueños de revolucionario
ardiente, ya era tiempo de triunfar. Allí aplicó su método, trabajos manuales
e intelectuales se alternaban y conjugaban en el calor de un hogar recreado,
en el que todo estaba impregnado de amor, hasta la severidad que en ocasiones
consideraba necesaria, porque llevaba a los alumnos a la concentración, el
aprendizaje y las buenas relaciones.
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Ahora bien, cotidiana y materialmente la
situación era confusa, la administración torpe y el desorden indudable. Pestalozzi
elaboró su pedagogía casi en la intuición del momento, andaba a tientas, la
hacía y volvía a empezar, siempre a la carrera y a menudo rebasado. Cuando se
creó la escuela normal de maestros en Berthoud, se pidió a Pestalozzi -para
experimentar allí- un método nuevo de enseñanza de la lectura. Lo que allí
hacía Pestalozzi y para decirlo con sus propias palabras, se puso a
"vociferar el abc de la mañana a la noche" tratando de simplificar
lo más posible los elementos del deletreo y del cálculo, de presentarlos bajo
formas adecuadas a las leyes de la psicología, y que condujeran al niño,
gradualmente y sin lagunas, del primer paso al segundo, y así sucesivamente.
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Pestalozzi rebosaba confianza, era feliz.
Después de un examen aplicado a sus alumnos, el informe de los inspectores
estuvo lleno de elogios. Reconocidos sus méritos, Pestalozzi recibió, a los
cincuenta y cuatro años, el nombramiento de profesor, fue entonces cuando
comenzó su carrera de "maestro de escuela". Y fue cuando se asoció con
Krusi (que tenía una escuela para la enseñanza de jóvenes pobres) cuando
comenzó una nueva era: perfeccionó sus ejercicios de lenguaje y de cálculo.
Dada la excelencia del trabajo realizado, la "Sociedad de amigos de la
educación" dio su apoyo total a la obra, luego de lo cual renunció a sus
funciones de maestro comunal y anunció la apertura de un instituto de
enseñanza, de cuya dirección se encargó. Con lo que comienza otra aventura.
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El fundador
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En Cómo educa Gertrudis a sus hijos se
expone el "método" de Pestalozzi. Y de esta obra podemos rescatar:
1º Que Pestalozzi no había perdido nada del amor que sentía por sus hermanos
ni de su fe en la humanidad. Su dedicación a la causa de los más
desheredados, su deseo de regeneración personal y social. Tanto las resistencias
como sus fracasos tuvieron como consecuencia reforzarlo en su convicción de
abrir el camino de un mundo nuevo, más justo y más amoroso. 2º Que existe,
efectivamente, un método Pestalozzi, o "conjunto de medios puestos en
práctica racionalmente para la obtención de un resultado determinado".
El método no es más que un medio asignado a un fin que lo trasciende. Cómo
educa Gertrudis a sus hijos, obra de apóstol y de militante, es una obra
impregnada de lirismo y de pasión, orgullosamente "popular", dividió
las opiniones y escandalizó a los burgueses, a los regentes, a los dómines y
a los miembros del clero.
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Dada una serie de dificultades y
descalificaciones de los franceses, no pudo introducir su método en Francia,
por lo que decidió dejarlo para más tarde. No obstante, aparecieron los
libros esperados: el Manual de las madres y el ABC de la intuición, o
enseñanza intuitiva de las relaciones de medida, y la Enseñanza intuitiva de
las relaciones numéricas. En fin, partidarios y adversarios del método se
enfrentaban apasionadamente, Pestalozzi era célebre, adulado por algunos y
aborrecido por otros, lo cual preocupaba considerablemente a quienes estaban
en el poder. Privaba una gran incertidumbre en torno a él y su
establecimiento. Una política prudente recomendaría no oponerse a la
continuación del establecimiento con algunas modificaciones.
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Instalado en el castillo de Yverdon
(nuevo lugar de su establecimiento) permaneció 20 años, marcados por
satisfacciones y tormentos, algunos éxitos e innumerables fracasos. Nada
había cambiado, en todo lo que emprendía la suerte estaba en su contra, el
instituto de Yverdon fue, a la vez, el remate de su obra y la consagración de
su ruina. Llegó un momento en que el instituto estaba en auge, todo parecía
ir viento en popa. Sólo que la publicación de la revista y el informe sobre
el estado y la organización del establecimiento, produjeron rivalidades e
hicieron surgir enemistades, es decir, el ambiente se fue degradando; a la
falta de coordinación pedagógica, se añadían las disputas personales.
Pestalozzi trató de poner remedio a tal situación: declaró desalentado, ante
su ataúd, que no se sentía feliz ante las lagunas de su obra, se acusó de tal
drama y atribuyó toda la responsabilidad a sus errores y debilidad, finalmente
pidió perdón. Esta conmovedora exhortación tuvo consecuencias felices, la
tormenta había pasado.
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En octubre de 1808 se llevó a cabo la
primera reunión de la Sociedad suiza de amigos de la educación, presidida por
Pestalozzi y consagrada expresamente a la difusión de su doctrina... varios
testimonios nos permiten representarnos la vida en Yverdon y apreciar su
pedagogía. En Yvedron, la mayoría de los niños y sus maestros se sentían
felices. No obstante, este instituto no podría ser el modelo de una escuela
elemental para el campo o las ciudades, ni ofrecer los desarrollos necesarios
para una instrucción secundaria. Un duro golpe que recibió Pestalozzi, fue la
renuncia de algunos maestros al instituto, en desacuerdo creciente con él en
lo tocante a la organización de Yvedron y a las concepciones doctrinales
prevalecientes...entre conflictos y crisis Pestalozzi continuaba su obra,
fiel a su vocación de educador. Su pensamiento ya se empezaba a poner en
práctica en otros países.
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El luchador
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Viejo luchador y lastimado en los
combates, contaba ya con 65 años cuando -en medio de expresiones públicas de
reconocimiento a su obra- un panfleto denunciaba al instituto de Yverdon,
afirmando que "inspiraba a sus alumnos aversión al cristianismo, odio a
las autoridades y descontento contra las instituciones sociales, además,
desarrollaba en ellos, opiniones revolucionarias", rudo golpe que tuvo
que enfrentar tenazmente, ante la poderosa censura que reinaba, su respuesta
fue: Carta de un viejo patriota ofendido a los habitantes de su ciudad natal,
en la que se limitó a exaltar el valor de su método y la necesidad
"cívica" de no acusarlo.
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No obstante, la polémica se prolongó dos
años marcada por publicaciones defensivas, de tal manera que esta lucha
absorbía sus fuerzas y su tiempo. La situación no tardó en cobrar
características dramáticas, era necesario enderezar las cosas, primero en lo
económico.. Los años de.1814 y 1815 marcaron el fin de una época. Yverdon, en
los diez años siguientes, habría de ser el doloroso escenario de rupturas y
conflictos que nada pudo calmar. El instituto ingresó en una lenta y brutal
agonía de la que nunca se levantó. Todos estos sucesos fueron alterando la
salud de Pestalozzi, cada vez más vacilante.
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Con la edad se fue acentuando la rareza
de su comportamiento: pasaba repentinamente de la desesperación al
entusiasmo, de la morosidad pasiva a la agitación febril. Por momentos,
parecía como si no dispusiese ya de todas sus facultades y su razón se
extraviara a ratos.
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En 1818 se anunció la apertura de una
escuela para pobres, que fue inaugurada solemnemente en septiembre del mismo
año. Se trataba de 12 niños elegidos por Pestalozzi, para cursar 5 años de
estudios, al cabo de los cuales se convertirían en educadores del pueblo. Con
este acto, prueba de su generosidad y de la constancia de su ideal, quiso
responder a quienes decían que era sombra grotesca de lo que había sido.
Pestalozzi mantenía una fluida correspondencia con varios filántropos
ingleses que se interesaban por su obra; para ellos y con el objeto de que lo
difundieran ampliamente, redactó un Llamado al público inglés. Y para
Greaves, -amigo suyo- dictó treinta y cuatro cartas que se publicaron en
inglés con el título de Cartas sobre la educación primera dirigidas a J. P.
Greaves por Pestalozzi, traducidas del manuscrito alemán, con una memoria
sobre la vida y el carácter de Pestalozzi. Luego de algunos arreglos al
instituto, dado el número de alumnos, la municipalidad vio con malos ojos la
fusión -en un mismo edificio- de ricos y pobres, niños y niñas y de inmediato
dio a conocer su desaprobación. Pestalozzi, muy satisfecho de esta
experiencia, publicó Unas palabras sobre el estado actual de mis trabajos
pedagógicos y sobre la nueva organización de mi establecimiento; reforzado
por el éxito de su proyecto, su optimismo natural lo conducía a seguir
adelante.
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No faltaron los tropiezos originados por
la envidia de otros educadores influyentes pero burgueses que a toda costa
trataron de impedir la prosperidad plena de su obra, avanzaron hacia un
intercambio de injurias y de calumnias hasta que el conflicto, entre los dos
bandos, se agravó de tal manera que, para poner fin a esta disputa, el
gobierno nombró a un mediador. Como siempre Pestalozzi buscó la
reconciliación desde sus convicciones de amor y caridad evangélica, solo que
el prolongado y doloroso combate no terminó sino con la firma del acuerdo
mediante el cual, deciden (los implicados) poner fin a sus diferencias, de
una manera amable y acorde a la dignidad y situación civil y social que
guardaban. Sin embargo, el peor golpe le vino de sus alumnos-maestros que al
cabo de sus cinco años, por unanimidad decidieron rechazar el trabajo;
aspiraban a una remuneración distinta a la que se les ofrecía y se fueron; a
esta desdicha se añadió el hecho de que los recursos de la fundación se
habían agotado. Así sin maestros ni dinero, Pestalozzi renunció.
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Se encontraba envejecido (79 años),
fatigado, enfermo y con mínimos recursos económicos, pero nada de eso lo
paralizaba, su fe en la educación popular continuaba. Aún en esta situación,
entusiasmado vislumbraba una renovación. Se fue a Neuhof, a las fuentes, esto
representaba para él un refugio y una oportunidad para empezar de nuevo. Así
para conseguir recursos económicos, a fin de abrir el nuevo establecimiento y
garantizar su mantenimiento, empezó a establecer contactos y continuó la
redacción de un compendio de su método, escribió su autobiografía y preparó
su discurso presidencial sobre "la patria y la educación", pues lo
habían elegido como presidente de la Sociedad helvética, de la que era
miembro. Los días fueron transcurriendo plenos y tranquilos pero los
acontecimientos no tardarían en precipitarse, unos afortunados, otros de
caríz dramático como se suscitó con Mi fortuna, obra polémica y vengativa,
otros días un tanto sorprendentes.
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Ahora el viejo luchador estaba ya
fatigado, tenía 81 años y desde hacía medio siglo proseguía su pelea, sin
cuartel. Seguía escribiendo pero cada vez menos y con mayor dificultad. No
había perdido su lucidez, pero estaba cansado; seguía vivaz, pero agobiado.
Continuaba siendo una gran figura, objeto de controversia lo cual agravó su
estado de salud, pero aún en este estado prosiguió la defensa de los pobres,
los oprimidos, los menospreciados y rechazados. Muerto Pestozzi, terminó toda
disputa. Nederer conciudadano y colaborador suyo, reunió en 1828, diversos
escritos inéditos de Pestalozzi en un libro que contiene también varios
artículos sobre su vida y su obra.
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A modo de conclusión
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A fuerza de fundar establecimientos y de
hacer publicaciones controvertidas, Pestalozzi, a sus 60 años se había
convertido plenamente en figura pública. Su fama de pedagogo había franqueado
las fronteras: su preocupación por instruir a los pobres, las innovaciones
didácticas, los debates y conflictos que envolvieron su nombre, todo se
concertaba para darle a su obra un radio de acción notable, y a su
"método", un auditorio cada vez mayor.
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Trasplantada a otros tiempos y lugares
distintos de los que la vieron nacer y desarrollarse, la pedagogía de
Pestalozzi corrió con suertes diversas. Países pioneros en la experimentación
de su método fueron Dinamarca, Suecia y España, donde se obtuvieron
magníficos resultados; Cómo educa Gertrudis a sus hijos y el Libro de las madres
fueron traducidos al español, y el método no tardó en hacerse famoso. Con la
creación, en Madrid, del "Real Instituto Pestalozziano Militar",
Pestalozzi veía realizarse uno de sus sueños: gracias a su método, una nación
reformaba su sistema educativo, se regeneraba, y si no prosperó, fue por la
guerra. En Alemania, también se propagaron las concepciones y prácticas de
Pestalozzi; bajo esta influencia, Fröebel comenzó su carrera de educador. Lo
mismo en Prusia meridional donde se introdujo, paulatinamente, este método en
todas las escuelas.
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Pero el triunfo se dio cuando Fichte, en
sus Discursos a la nación alemana, lo designó como el único pedagogo capaz de
instaurar una educación nueva, de crear "un mundo totalmente
nuevo", con lo que su fama creció repentinamente. Y Nicolovius,
Consejero de Estado, le escribió: "el gobierno y el rey están
completamente decididos a la introducción general del método". En
Francia, por el contrario, se enfrentó a numerosos obstáculos, el
conservadurismo opuso su enorme peso y paradójicamente, fue su eficacia lo
que causó la ruina. Así pues, en Alemania, Dinamarca, Suecia, Holanda,
Italia, España, Francia, etc., las siembras fueron numerosas y las promesas
inmensas.
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La educación nueva ya resultaba
perturbadora: confiar en el niño, aceptarlo tal cual es, ayudarlo en su
descubrimiento del mundo, servirle y no someterlo, quererlo, todo esto hacia
que la obra de Pestalozzi rayase en los escandaloso, perturbase el orden
establecido, fuera provocadora, y lo sigue siendo.
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HOLA CHIC@S !!! bienvenidos a nuestro blog donde de manera rápida y sencilla encontraremos la información necesaria para adelantar nuestro portafolio acerca de los pedagogos que a lo largo de la historia han hecho los aportes mas sobresalientes a la educación infantil.
domingo, 13 de octubre de 2013
PESTALOZZI
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https://acristofaro.com/yaron-versano-biografia-hechos-vida-familiar-del-esposo-de-gal-gadotas/
ResponderEliminarTodos los niños y jóvenes y adultos excluidos de la Educación Formal, capacitados, competitivos y actores en el desarrollo integral del país; construyendo una sociedad democrática, justa, solidaria, humana y empoderada, con valores éticos y morales; transformada y orientada hacia la productividad sostenible, sustentable y competitiva, con una Educación que respeta y promueva los derechos sociales e individuales, útil para la vida, facilitadota de la equidad, la interculturalidad y el ejercicio pleno de la ciudadanía